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Bienvenido seas, inquieto.

lunes, 4 de febrero de 2013

Mi carta al Lunes






Querido lunes.

Tengo ganas de escribirte algo hoy, simplón, honesto, sin afán de títulos altivos (esos luego se pierden).
Regularmente escucho y leo ahí, en las redes sociales, interminables quejas sobre tu llegada. ¿Sabes? Siento hoy simpatía por ti, te explico.

Cuando era más joven (porque aunque se me vea la cara jodida, aún soy joven) mis poetas favoritos eran aquellos que se catalogan como poetas negros, sus letras eran dolorosas, crudas, retaban la moralidad en turno; y todo por una simple razón: Ellos estaban fuera de la hipocresía social de su tiempo, el estatus no importaba (al menos en sus letras), lo correcto era cuestionado y lo incorrecto muy explorado. 
Sí, incluso me enamoré de varios en secreto… Recuerdo Las Letanías de Satán de Baudelaire por ejemplo. Le dice él al personaje antagónico del cristianismo “Báculo de exiliados, lámpara de inventores, confesor de colgados y de conspiradores”, proclama a un villano mitológico como una figura de admiración para quienes ven la realidad, para quienes se embarran de la crudeza del mundo y comprenden que en el desarrollo social LAS COSAS NO VAN BIEN.

Para Baudelaire, satanás es la fuente de la inspiración de quienes dejan huella en la humanidad, la luz del conocimiento que sólo unos cuantos afortunados  -en la práctica desgraciados-  tienen; porque como decía el ahora muy admirado Gandhi “Primero te ignorarán, después se burlarán de ti, luego de odiarán y al final te admirarán”… Cuando vas apsrentemente contra corriente, estás destinado a ser ignorado, quizás después burlado, luego odiado (no necesariamente en ese orden) y si eres perseverante, al final, puedes lograr cosechar unas muy fructíferas semillas a favor de la colectividad.

Y al hablar de ese poema no es que me proclame satanista o algo así, es sólo una metáfora, ni siquiera creo en la existencia de un dios, mucho menos en la de un diablo todo malvado con cuernos y padre del vicio.

Baudelaire dejó una idea en mí que ahora comprendo al 100 %, el mundo es hostil para quienes ven más allá de las máscaras del convencionalismo social, por eso lo compara con satanás, serás odiado, serás temido, serás repudiado. Y todo eso, solamente por no pertenecer a la superficialidad…

Superficialidad es el tópico, querido lunes. 
¿Qué te llevó a ti a ser tan odiado En un sistema de estrés y banalidades?
Representas el inicio de un esfuerzo, de una rutina… Puede ser negativo o positivo desde muchos puntos, lo cierto es que mi simpatía hoy por ti radica en ello, odiado por muchos, pinche lunes; porque te imagino hoy como un ente que me acompaña en tu propia atmósfera, ves mi rostro, lees mi mente, sabes la dificultad con que contengo mis llantos de hoy, porque el mundo es banal…
Porque desgraciadamente, querido lunes, tú que cada  8 días vuelves a vivirlo, sabes que importa solamente lo de afuera para el mundo, que si el costo de la ropa, que si a alguien le parece inapropiada, que si como te paras, que si asistes o no a los lugares establecidos por la moda, que si el domingo viste o no el partido importantísimo que todos ven como borregos, que si con quien coges… Eso vale, la muerte, el analfabetismo, la pobreza, la catástrofe que nuestros vecinos güeros le causan al mundo, simplemente no importan, porque ellos visten bien, ellos se paran bien, ellos producen esos partidos importantísimos… 

Los buenos aquí son quienes siguen las tendencias, y por supuesto, quienes las producen. Quien se cuestiona si son benéficas o no, es el enemigo amargado…  
¿A dónde vamos querido lunes?
¿Seguirás apareciendo en el calendario?
¿Seguirá la superficialidad dominando el diario?
Méndigo lunes, ya casi te vas y yo te abrazo… Por ser casi casi odiado.



Jamás me atrevería a recriminarle a alguien el ser ignorante, porque sé que esa ignorancia es el resultado de un sistema económico y político diseñado para ello, que la gente sea ignorante... Eso no significa que no pueda expresar mi dolor ante la evasión y ceguera de la gente frente a realidades contundentes.


Jonathan Méndez