Ironía, se conoce como “burla fina y disimulada”.
Calidad de irónica te doy, edad. Porque te visten (ellos, la gente) de prejuicios y
trivialidad, características que correspondes en la medida de la subjetividad…
Hoy, no es que me adapte a un día que me establece el esquema cotidiano, no,
para nada. Si cada día te reitero lo mucho que me enchilas y endulzas, desde la
mente hasta (perdonen la realidad) las
nalgas, como para decirte que eres tan cómicamente negra que me enamoro de ti en cada instante, me
lleno de tus azotes gustoso, cual masoquista encerrado en cámara de clavos y
recuerdos tortuosos…
Me empapo de ti en las propias aguas del arrabal y no me arrepiento, para nada, de haberte llorado esta mañana.
También te he “mentado la madre”, metafóricamente usando el ejemplo mexicanizado de la Hetaira, o sea, la puta; para darte adjetivos que, según mis pinches nervios, se acerquen a tu descripción. Pero que mejor descripción que la de IRONÍA, porque no existes si no es por la cronología. Y vaya que funcional invento ese de la cronología, capaz de llevarnos hasta contar el tiempo en el baño, nada más por pura manía.
Te niego, y te negaré hasta carcajerame, no porque me enfermes ni me avergüences… Te niego por no pertenecer en esencia, a tus huecos impuestos, a tus dudas vacías y sobre todo, a tu escala medidora que es vara de rigor por temor.
Me empapo de ti en las propias aguas del arrabal y no me arrepiento, para nada, de haberte llorado esta mañana.
También te he “mentado la madre”, metafóricamente usando el ejemplo mexicanizado de la Hetaira, o sea, la puta; para darte adjetivos que, según mis pinches nervios, se acerquen a tu descripción. Pero que mejor descripción que la de IRONÍA, porque no existes si no es por la cronología. Y vaya que funcional invento ese de la cronología, capaz de llevarnos hasta contar el tiempo en el baño, nada más por pura manía.
Te niego, y te negaré hasta carcajerame, no porque me enfermes ni me avergüences… Te niego por no pertenecer en esencia, a tus huecos impuestos, a tus dudas vacías y sobre todo, a tu escala medidora que es vara de rigor por temor.
Te niego por darme placer de redactarte una carta (pendeja
si quieres, pero te callas y la lees) que ensanche mis ojos y de de comer a mi
ego.
Te niego en una realidad donde no quepo, porque la burla, el
juego, la imaginación, la preocupación, el tedio, el romanticismo y la
glotonería existencial, caben todas en el mismo cuerpo, sin importar en qué
nivel estás tú, pinche edad.
Lo siento, no creo que estas alturas del partido,podamos tu y yo hablar (sobre ti) de veracidad. Cágate de la risa, está bueno el chiste, lo acepto de verdad.
Jonathan Méndez
Si la vida (según dicen) es un boceto... yo diría que se dibuja con los años (o se borra, todo depende).
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